
Ha sido un año estelar para Seba Calfuqueo (Mapuche), artista contemporánea multidisciplinaria de Chile. Su trabajo ha captado la atención y el reconocimiento de curadores, críticos y coleccionistas en algunos de los foros de arte más influyentes y prestigiosos del mundo, incluyendo la Whitney Biennial, la Biennale di Venezia y la Bienal de São Paulo. Además, su obra ha sido incorporada a importantes colecciones, como las del Tate Modern, el Denver Art Museum y el Centre Pompidou. Mujer trans Indígena, Calfuqueo forma parte de la primera generación de Mapuches urbanos; nacida y criada en Santiago, desde donde su mirada se ha proyectado más allá de las fronteras de la ciudad.
Cristina Verán conversó recientemente con Calfuqueo tras su participación en la Art Week Miami, donde se destacó como una de las artistas más aclamadas en Art Basel Miami Beach, NADA (New Art Dealers Alliance) Miami y en la exposición colectiva “See Me, Hear Me: Native Cultures” en ArtNexus Space.
CV: Para comenzar, considerando lo fuerte que puede ser la presión hacia la asimilación en las ciudades sudamericanas para los Pueblos Indígenas, ¿cómo logró tu familia conservar y transmitirte ese sentido de identidad Mapuche después de dejar su lugar de origen?
SC: Mis padres y abuelos siempre dejaron claro que somos Mapuche y que pertenezco al Pueblo Mapuche; nuestro apellido Indígena, Calfuqueo, es una marca evidente de esa identidad. Sin embargo, en Chile, lamentablemente, esos apellidos pueden estigmatizar y relegar a una persona a un ámbito social típicamente asociado con la pobreza, además de limitar sus oportunidades de movilidad social.
Mi abuela dejó su comunidad y llegó a Santiago a buscar trabajo cuando tenía apenas siete años, sola, sin hablar español ni conocer las costumbres del mundo no-Indígena. Ella no tuvo más opción que ser una trabajadora doméstica; el tipo de trabajo que se esperaba que ocuparan los migrantes Mapuches. Históricamente, esto era algo típico de la experiencia Mapuche de urbanización.
A pesar de esas limitaciones, ella, al igual que otros Mapuches en la ciudad, continuó viviendo de acuerdo con prácticas culturales muy arraigadas. Mis abuelos encontraron formas de resistir la colonización, por ejemplo, hablando nuestra lengua, el Mapudungun.
La Galería Patricia Ready presentó los comentarios de Calfuqueo sobre la minería del cobre en su exposición “La Sombra de Nuestro Tiempo” en NADA (New Art Dealers Alliance) en Miami. Foto de Cristina Verán.
CV: ¿Esto era solo en casa o también la usaban en su vida diaria, de forma externa?
SC: Se hablaba solo entre ellos, no en espacios públicos. Los espacios culturales eran así de cerrados; no se compartían con personas de afuera.
CV: ¿En qué momento llegaste a comprender y, posteriormente, definir cómo tú misma asumirías una responsabilidad directa en la afirmación y continuidad cultural?
SC: Estaba a punto de cumplir 18 años cuando mi abuela murió y fue una herida muy fuerte para mí. En ese momento, no solo me convertí en adulta, sino que también fui consciente de que el conocimiento ancestral que ella siempre había llevado consigo —como la última persona de mi familia que hablaba completamente el idioma— se acababa de perder. Mi conciencia me dijo, muy claramente, que hiciera lo que pudiera para recuperarlo y que colectivizara el proceso, de modo que se convirtiera en una vía para construir mi propio tipo de comunidad; una que comprendiera no solo a la familia en la que nací, sino también a otras que pudiera elegir.
CV: CV: ¿Qué sería especialmente útil entender sobre la historia Mapuche, su rasgo distintivo, que nos hable de quién es hoy tu pueblo
SC: Nuestra experiencia de colonización fue bastante diferente a la de otros pueblosmIndígenas en Sudamérica. En el siglo XVII, fuimos oficialmente reconocidos por la Corona Española como un pueblo autónomo y soberano, y acordaron no ocupar nuestras tierras, desde el río Biobío hacia el sur. Sin embargo, las cosas cambiaron después de 1860, cuando Chile —para entonces ya independiente— y Argentina llevaron a cabo campañas militares concurrentes —la llamada Pacificación de la Araucanía en el primer caso, y lo que se conoció como la Conquista del Desierto en el segundo— para anexar territorios Mapuches.
Nuestra realidad Indígena está para siempre ligada a esa realidad colonial, en batalla y lucha, coexistiendo y contaminándose mutuamente. Existe una constante reinvención de lo que es y puede significar la tradición para los Mapuches; una forma de ser que creo que nos ha ayudado a seguir existiendo. No vivimos en un pasado estático, sino en este momento y para el futuro, dentro de una perpetua contaminación cruzada —lo cual no veo como inherentemente negativo—. La cultura dominante de mi país ha tenido una gran influencia en nuestro mundo, así como nosotros la hemos tenido en ella —desde los alimentos que todos comemos hasta las palabras que todos usamos—. Los Mapuches en Santiago, hoy, no solo afirman su identidad Indígena, sino que también reclaman una identidad de la propia ciudad.
Piezas de la serie “Destellos” de Calfuqueo en “See Me, Hear Me: Native Cultures” [Mírame, Escúchame: Culturas Nativas] una exposición colectiva de artistas Indígenas de las Américas, en ArtNexus Space, Miami. Foto de Cristina Verán.
CV: CV: De esta “contaminación” que mencionas, ¿hay algo que hayas encontrado creativamente útil, quizás incluso significativo, que haya surgido de ella?
SC: Bueno, considera nuestra joyería de plata; es icónica para los Mapuches, ¿verdad? Pero la platería nos fue introducida durante la época de la colonización; algo foráneo. Nuestra gente la adoptó entonces y la hizo suya.
De manera similar, el rap no nació en nuestro mundo, pero hoy hay muchos exponentes Mapuches de hip hop que usan nuestro idioma, el Mapudungun, para rapear como forma de resistencia, sobre temas importantes y cuestiones políticas.
CV: ¿Qué despertó primero tu interés por el arte y por crear arte para hablar de estas historias de manera visual? ¿Fue algo que tu familia te transmitió?
SC: Estudié arte en la Universidad de Chile. Mis padres —que nunca terminaron la secundaria— y mis abuelos —que no terminaron la primaria— vivieron situaciones y vidas muy diferentes a la mía. Ellos no tuvieron mucho que ver con el arte, así que no íbamos a museos, no visitábamos galerías ni nada de eso en mi infancia. Sí recuerdo que había algunos en mi familia que hacían textiles o tenían otro tipo de prácticas culturales creativas.
Sin embargo, cuando llegué a la secundaria, conocí a una profesora de arte llamada Joanna Berríos que impactó mucho mi vida. Entre los 14 y los 18 años, ella plantó la semilla del arte en mí, inspirándome a estudiarlo en la Universidad de Chile y haciendo que quisiera hacer lo que hago hoy.
CV: Eso es maravilloso. ¿Has continuado esta relación?
SC: Sí, de hecho, ¡ahora trabajamos juntas! Ella es mi mano derecha, mi productora.
Seba Calfuqueo junto a “Tejedor de la imagen, Tecnologías de la imagen”, presentada en su exposición individual con Galería Marilia Razuk, de São Paulo, en Art Basel Miami. Foto de Cristina Verán.
CV: Eres artista, eres Mapuche y eres una mujer trans. ¿Cómo dirías que estas dos últimas identidades impactan e informan a la primera?
SC: Identificarme como Mapuche es una reivindicación política contra el estado colonial; una que yo ejerzo a través del arte. Sin embargo, mi arte habla de más que solo mi identidad Indígena o mi identidad trans; su poder va más allá de todo eso. Estas capas están siempre entrelazadas, conectadas y dialogando entre sí. No pueden separarse, ni entre ellas, ni del arte que hago. Algunas de mis obras no hablan explícitamente de nada Mapuche, mientras que otras reimaginen lo que significa ser Mapuche, o qué otra cosa podría implicar serlo.
CV: Al “reimaginar lo que podría ser” a través de tu arte, ¿cómo abordas y articulas esta visión? ¿Y cómo ha evolucionado —tanto esa visión como quizás incluso tú misma— con el tiempo?
SC: Cada artista crea un nuevo tipo de lenguaje, uno que es distintivamente propio. Pienso en cruzar límites y transgredir las limitaciones inherentes a las nociones “tradicionales” de lo que haría o podría ser una persona Mapuche, tanto en cómo somos representados por otros como en lo que nosotros mismos tenemos permitido hacer como creadores. Utilizo una variedad de tecnologías en mi práctica, incluyendo la creación de obras de arte impresas en 3D y digitales. También trabajo con el cuerpo, a través de la performance, lo que me permite generar experiencias sensoriales de luz, color, sonido y olor. Todos los sentidos entran en juego. Cómo me presento a mí misma ha sido un verdadero viaje y ha cambiado a lo largo del tiempo. Mi arte ha reflejado esa transición; una historia en constante mutación.
CV: Mencionas tu faceta performática, que presencié por primera vez en vivo a través de Bodies in Resistance / Iñche ta Kangechi (Yo soy la otredad), presentada dentro del ciclo Knowledge of Wounds, liderado por personas Indígenas, en el Performance Space, Nueva York, en 2020. Luego, vinieron tus piezas en video, incluyendo la instalación Tray Tray Ko, uno de los momentos destacados de la Bienal Whitney 2024, y la proyección de Mapu Kufüll (Mariscos de la Tierra (hongos) como parte de Cantando Bajito en la Ford Foundation Gallery. Mientras tanto, museos como MOCA (Los Ángeles), New Museum (Nueva York) y Kunsthalle Wien (Viena) han presentado otros de tus proyectos audiovisuales. ¿Cómo te interesaste y empezaste a incluir esto en tu práctica?
SC: Empecé a hacer performance sin haber estudiado “performance” como tal. Simplemente lo sentí muy innato: trabajar con el cuerpo siendo una persona trans de una comunidad Indígena fue algo que, simplemente, me surgió. Al principio, mis performances eran más autobiográficas, pero con el tiempo llegué a conectar esas experiencias con el mundo exterior.
Cerámicas de Calfuqueo, de la serie “Imagen País”, con Galería Marilia Razuk en Art Basel Miami. Foto por Cristina Verán.
CV: ¿De qué manera las comprensiones culturales e históricas Mapuche sobre el género inciden en esto y en el “lenguaje del cuerpo” que mencionas? ¿Fuiste criada con este conocimiento, que te ayuda a entender el propio sentido de ti misma dentro de un contexto comunitario?
SC: No tuve ninguna referencia de personas trans mientras crecía, y la primera persona que conocí que se identificaba como trans no era Mapuche. Anhelaba encontrar reflejos de mí misma en nuestra historia, y así comenzó lo que se convertiría en un área de investigación constante para mí.
El cristianismo impuso la idea de que el mundo es binario, pero los Mapuches reconocían otras experiencias de vida. El Mapudungun tiene muchos términos que describen a las personas trans, a los cuerpos trans, de hecho; pero durante la era colonial española, estos fueron deliberadamente reinterpretados con implicaciones desfavorables para reflejar la mirada colonizadora, dejando de representar cómo los Mapuches los habrían entendido.
Nuestra palabra weye, por ejemplo, fue traducida despectivamente, similar a “m*ricón”; algo nefasto. Las crónicas coloniales que he encontrado en mi investigación de archivo hablan de nuestros machi weye (machi = sanadores) —quienes transitan entre lo femenino y lo masculino— como “invocando al diablo”, porque así era como la homosexualidad y el deseo homoerótico, así como el travestismo, eran entendidos por los europeos en ese momento. Pero mis ancestros reconocían que algunas personas pueden trascender el género asignado por su biología. Es una conversación compleja que siento que es muy importante
volver a poner en circulación y discutir dentro de mi comunidad.
Escena de “Antü Ñi Kuram (Huevo del Sol)”, la nueva exposición individual de Seba Calfuqueo en MAMBO (Museo de Arte Moderno de Bogotá), en Colombia. Foto de Diego Argote.
CV: Imagino, entonces, que has explorado este tema más a fondo en tu arte. Por favor, comparte un ejemplo y describe cómo elegiste darle vida.
Mi primera performance, en 2015, fue una pieza muy potente llamada "Nunca serás un Weye". Comienza encarnando a un personaje muy parecido a mi abuela —una referencia muy importante en mi trabajo— quien insiste, cuando un sobrino travesti la visita, en que “no había maricones” en la tradición Mapuche. A partir de ahí, vinculo la historia de mi familia con los contextos políticos y sociales que llevaron a la eliminación de machi weye de la historia de Chile —así como, más cerca de casa, la negación de que incluso hayan existido, o existan, personas trans en mi propia familia.
CV: Dado cómo tu familia ha influido en tu arte, ¿cómo ha respondido a tu trabajo? ¿Lo conversan entre ustedes?
SC: La primera vez que hice una performance en público llevé a toda mi familia, asegurándome de prepararlos bien para lo que iban a presenciar: una obra sencilla, sin pretensiones, pero con un contenido emocional muy fuerte. No entendieron del todo lo que estaba ocurriendo, pero sí captaron su sentido, su esencia.
Seba Calfuqueo presentó una exposición individual con Galería Marilia Razuk de São Paulo en Art Basel Miami. Foto de Cristina Verán.
CV: Tu práctica es distintiva y bastante prolífica en términos de producción creativa, alcance y formato. Como practicante multidisciplinaria, ¿cómo decides qué formato funciona mejor para llevar una idea particular a buen término?
SC: Como artista de proyecto, más que artista técnica, pienso primero en lo que quiero transmitir conceptualmente y luego a qué público estará dirigido. Si se trata de algo narrativo, que cuenta una historia, uso el video. Para crear algo más sensible, algo que hable del cuerpo, utilizo la performance. Si es una idea centrada en objetos, uso la cerámica. Y si quiero hacer algo más representativo, usaré la pintura.
CV: ¿Qué tipo de comunidades creativas y activistas han sido importantes para ti y cómo han influido estas redes en tu trayectoria dentro y fuera de Chile?
SC: Soy parte del Colectivo Mapuche Rangiñtulewfü, que publica la revista Yene y conecta a activistas Indígenas y a quienes son afrodescendientes o tienen una experiencia migrante a lo largo de Wallmapu —los territorios ancestrales Mapuches de Chile y Argentina— y a través y desde el otro lado de los Andes. La red global de cineastas y festivales de cine Indígena también ha sido un verdadero puente para mí hacia otros creadores Indígenas, así como para explorar otros tipos de medios para mi trabajo y compartir mis proyectos de video en espacios fuera del mundo del arte tradicional.
Escena de la videoinstalación “Tray Tray Ko”, en la Whitney Biennial 2024, en Nueva York.
CV: En lo que ha sido un año verdaderamente fenomenal para ti —y, de hecho, para cualquier artista, sea Indígena o no—, ¿qué piensas de toda esta atención, en el contexto de tu carrera hasta ahora?
SC: Ha sido todo muy intenso: ver un cambio tan importante en cómo mi trabajo es percibido en el mundo del arte y cómo mi obra está llegando a lugares con más visibilidad que nunca antes. Es la culminación de más de diez años de arduo trabajo y esfuerzo, y definitivamente también gracias al apoyo de las galerías —entre ellas, Galería Marilia Razuk en São Paulo y Galería Patricia Ready en Santiago— que circulan mi arte.
En lo que considero un momento histórico para el arte contemporáneo Indígena, que artistas como yo podamos ocupar espacios que históricamente nos fueron negados se siente—tanto en un sentido personal como colectivo— como una reivindicación.
La última exposición de Seba Calfuqueo, “Antü Ñi Kuram (Huevo del Sol/ Sun’s Egg)”, estará en exhibición desde el 13 de marzo hasta el 1 de junio de 2025, en el MAMBO —El Museo de Arte Moderno de Bogotá— en Colombia.
Cristina Verán es una investigadora, educadora, estratega de incidencia, articuladora de redes y creadora de medios especializada en Pueblos Indígenas a nivel internacional. Fue miembro fundadora de la Red de Medios Indígenas de las Naciones Unidas y del Caucus de Lenguas Indígenas. Como profesora adjunta en la Tisch School of the Arts de la Universidad de Nueva York, pone énfasis en las historias, expresiones e impactos sociopolíticos globales de la cultura popular Indígena, junto con las artes visuales y escénicas contemporáneas. Es originaria de Perú.
Primera foto: Seba Calfuqueo con “Tejedor de la imagen, Tecnologías de la imagen”, obra presentada en su exposición individual con la Galería Marilia Razuk de São Paulo en Art Basel Miami. Foto de Cristina Verán.