
Desde los albores de la humanidad, los seres humanos han sido creadores de cultura, dándole forma según su cosmovisión para construir una identidad. Las historias de los pueblos Indígenas han quedado grabadas en piedra, madera, palma, arcilla, hueso y piel. Estas reliquias reflejan cómo nuestros antepasados veían el mundo y tienen un profundo valor, ya que existe un vínculo directo entre la cultura material y el patrimonio vivo. Los elementos funerarios, religiosos, sagrados y ceremoniales conectan directamente con nuestras prácticas culturales: no son simples “objetos decorativos”, sino que han salvaguardado una historia y conformado una identidad colectiva.
Con la llegada de los colonizadores, muchas de estas piezas fueron robadas de su lugar de origen y esparcidas por el mundo, desarraigando una parte valiosa de la historia de un Pueblo. Hoy en día, estas piezas se exhiben en museos, instituciones académicas y colecciones privadas, donde con frecuencia se les da un nombre en otro idioma y se catalogan y clasifican como “objetos de curiosidad” sin tener en cuenta su verdadero significado. Mientras tanto, en nuestras comunidades, estas piezas fueron olvidadas. La educación colonial que recibimos los descendientes de los pueblos Indígenas fue diseñada para hacernos olvidar nuestras raíces y ver todo lo que venía de fuera como mejor. Es una historia que se repite en las culturas Indígenas de todo el mundo.
La rematriación del patrimonio cultural material de los Pueblos Indígenas busca el retorno de estos elementos a su lugar de origen, donde los principales beneficiarios son los descendientes culturales, como un acto de justicia social y derechos humanos. Este movimiento se originó a finales de la década de 1960, cuando un grupo de Nativomericanos exigió la rehumanización de los restos de sus antepasados. Cuestionaron el poder de la arqueología para excavar sitios sagrados y tumbas con el fin de recolectar, exhibir y estudiar a sus ancestros. Denunciar la profanación de las tumbas de sus antepasados y exigir la devolución tanto de sus restos como de su patrimonio cultural material marcó el inicio de una lucha más amplia por la descolonización.
Archives of the National Museum of the American Indian, Washington, D.C.
La rematriación es una cuestión ética y moral. Constituye un derecho colectivo de los Pueblos Indígenas y representa una forma de reparación poscolonial. Algunos la consideran un acto simbólico y social, mientras que otros la definen como una relación social en sí misma. En la actualidad, unos 60 años después, países como Estados Unidos, Australia, Canadá, Nueva Zelanda y Chile han logrado avances significativos en la cuestión de la rematriación. Gracias a estos avances, la rematriación es ahora un derecho reconocido en la Declaración de las Naciones Unidas sobre los Derechos de los Pueblos Indígenas. Aunque este acuerdo aún no tiene carácter jurídico vinculante, representa un avance significativo porque reconoce oficialmente el derecho de los Pueblos Indígenas a recuperar su patrimonio cultural.
Esta lucha por la rematriación ha suscitado conversaciones críticas a escala mundial, obligando a los grandes museos a reflexionar sobre lo que han recogido. Al mismo tiempo, estos logros han servido de guía para los Pueblos Indígenas que reclaman la devolución de su patrimonio cultural material y sus restos ancestrales. Se trata de un tema particularmente sensible y complejo, ya que estos restos representan no solo un despojo físico, sino también espiritual. Restos que fueron desenterrados y tomados en nombre de la ciencia fueron manipulados, estudiados e incluso exhibidos sin ética ni respeto alguno.
Es esencial aclarar que rematriación y restitución son diferentes. En la rematriación, los Pueblos Indígenas son los actores principales y buscan el reconocimiento de su derecho a recuperar su patrimonio cultural. En la restitución, son los gobiernos los que negocian el destino de los artefactos. Las leyes actuales reconocen al Estado como propietario legítimo de los bienes culturales, que se consideran patrimonio nacional, ignorando así los derechos de los Pueblos Indígenas y negando la relación viva que mantienen con sus antepasados. A pesar de la importante presencia de Pueblos Indígenas en México, aún no existe una ley que contemple el derecho a la rematriación de restos ancestrales o elementos culturales pertenecientes a estas culturas. Esto supone un reto y una lucha constante con el Estado-nación por el reconocimiento de los derechos culturales de los Pueblos Indígenas en un contexto en el que siempre se priorizan los intereses del Estado.
Dumbarton Oaks, Washington, D.C. Photo by Omar Aguilar Sánchez.
En este camino hacia la recuperación del patrimonio cultural se encuentran los Ñuu Savi (Pueblo de la Lluvia), también conocidos como “La Mixteca”, que habitan en una región ubicada en el noreste de Oaxaca y las zonas limítrofes con los estados de Puebla y Guerrero, en lo que hoy es México. Aquí hablamos Tu´un Savi (la lengua de la lluvia), una lengua tonal con 81 variantes habladas: 4 en Puebla, 21 en Guerrero y 56 en Oaxaca. Esta cultura se desarrolló como una civilización que dejó una inmensa riqueza cultural material, representada en vestigios de oro, madera, huesos y piel, donde nuestros ancestros plasmaron acontecimientos históricos, linajes, narraciones sagradas y actos rituales, conformando una historia e identidad.
Siglos de colonización y extracción provocaron que nuestro patrimonio cultural terminara en grandes vitrinas como “colecciones mixtecas” sin ningún contexto cultural o espiritual, separados de su entorno. A través de un largo período de despojo y abandono, fuimos alienados de nuestro propio patrimonio hasta el punto de dejar de reconocerlo. Lograr la rematriación para los Ñuu Savi es un camino largo, pero necesario. La participación activa de los Ñuu Savi es esencial para garantizar que la devolución de nuestros restos culturales y ancestrales responda a nuestras necesidades y formas únicas de tratar su patrimonio. También debe haber colaboración entre los Ñuu Savi, los tres niveles de gobierno, las instituciones, los museos y las organizaciones: un esfuerzo colectivo que puede marcar la diferencia entre el éxito o el fracaso del retorno.
El reto no es sólo abordar la rematriación a nivel internacional, sino también fortalecer nuestra identidad colectiva como Nación. Para lograrlo, debemos trabajar en la reapropiación y recuperación de nuestro patrimonio cultural, lengua y cultura para reconocer y valorar lo que somos. Es fundamental sensibilizar e involucrar a los jóvenes y niños en el cuidado y preservación de los elementos culturales y sitios sagrados, así como fortalecer nuestra lengua en un contexto donde tenemos derechos, pero también responsabilidades. Además, la colaboración con especialistas en Ñuu Savi es esencial. Sus aportaciones desde la arqueología, la antropología, la historia, el derecho, la lingüística y las relaciones internacionales pueden reforzar las bases para exigir la rematriación a nivel internacional. También es necesario desarrollar un protocolo para la rematriación de los Ñuu Savi. Estas líneas de actuación definidas pueden ayudar a llevar a cabo con éxito la rematriación.
Workshop Series, “The Return of Our Ancestors,” Yucu Saa Community Museum, Villa de Tututepec, Oaxaca, Mexico. Photo by
Omar Aguilar Sánchez.
Formar una red de apoyo con otras Naciones que luchan por la rematriación puede proporcionar herramientas valiosas basadas en experiencias compartidas. Como Ñuu Savi ña'a (mujer), he tenido el privilegio de acceder a los archivos de importantes museos internacionales y observar cerca de los elementos culturales Ñuu Savi. Aunque es una oportunidad a la que pocas personas tienen acceso, esta experiencia conlleva la tremenda responsabilidad de compartir estos conocimientos con mi comunidad. Sólo reconociendo nuestras raíces, fortaleciendo nuestra identidad y trabajando en equipo podremos avanzar en la exigencia de la devolución de nuestro patrimonio y de los restos ancestrales almacenados en museos internacionales. Este camino puede tardar generaciones en realizarse plenamente, pero su semilla ya ha sido sembrada con el poder de la memoria y el compromiso colectivo.
--Izaira López Sánchez (Ntyivi Ñuu Savi) es Coordinadora de Proyectos en la Red de Investigación de las Américas (ARENET) y líder del Proyecto Colecciones Ñuu Savi en el Mundo
Foto superior: Tour a la Ciudad Sagrada de Tyiyo Ka’nu en San Pedro Teozacoalco, Oaxaca, México. Foto de Omar Aguilar Sánchez.