Los sistemas médicos occidentales impuestos y la industria farmacéutica siguen repercutiendo negativamente en la salud y la prosperidad de las comunidades indígenas. Los Pueblos Indígenas se han visto obligados a aceptar un sistema sanitario que en la mayoría de los casos no funciona, ya que la prioridad es el beneficio monetario y no la salud. Para muchas comunidades, el acceso a la medicina moderna es escaso. A menudo es demasiado cara, y cuando es accesible, puede conducir a resultados negativos como la adicción.