Por Mariana Kiimi Ortiz Flores (Ñuu Savi/Mixteca, Equipo de CS)
Del 10 al 21 de noviembre de 2025 se llevó a cabo la conferencia climática más importante a nivel internacional. Mejor conocida como COP30, que se refiere a la Conferencia de las Partes de la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre Cambio Climático (CMNUCC). Esta conferencia marcó un hito en su historia, pues al llevarse a cabo en la Amazonía, en Belém do Pará, Brasil, se visibilizó la importancia de actores clave como los Pueblos Indígenas y Quilombolas en las estrategias para hacer frente a la crisis por el cambio climático, aunque solo de manera simbólica para sorpresa de pocos.
Decenas de personas provenientes de Pueblos originarios viajamos desde nuestros hogares para ser partícipes de un espacio que por años nos ha impuesto una serie de barreras para poder incidir en la defensa de nuestros derechos y los de la Madre Naturaleza. En ocasiones me frustré por no poder comprender plenamente el funcionamiento de la conferencia, pero me di cuenta de que no era la única y que otros jóvenes, así como yo, se sentían perdidos a pesar de prepararse para asistir a este importante evento por primera vez.

Como mujer Ñuu Savi, que alguna vez estudió en la universidad el sistema de Naciones Unidas, pero no estaba familiarizada con la CMNUCC ni con su estructura ni con sus dinámicas, tuve que prepararme con meses de anticipación y aprender a navegar por el espacio, aunque no fue una tarea fácil, pues es muy diferente prepararse con teoría que esperar a vivirlo en persona. Afortunadamente y desafortunadamente, me di cuenta de que no era la única con estos sentipensares.
Decidí escribir este artículo al darme cuenta de que existe una gran falta de acceso a la información que tenga un lenguaje entendible para quienes no están familiarizadxs con la conferencia. También, al platicar con otras juventudes Indígenas presentes en el evento, me di cuenta de que muchxs, como yo, tuvieron dificultades para entender cómo funciona la conferencia y cómo incidir de manera efectiva. Por ello, espero que este texto sirva para que, en las siguientes COP, más jóvenes indígenas puedan participar sin sentirse insegurxs, perdidxs o al menos no tanto. Pero hay que recordar que es normal sentirse así, pues el sistema de Naciones Unidas fue diseñado para que solo las superpotencias tengan injerencia en las decisiones sobre el futuro de la humanidad, de acuerdo con sus intereses, y dejen afuera a los Pueblos Indígenas.
Hay que tener en cuenta que una de las mayores limitaciones para la preparación y el acceso a los recursos de la conferencia, así como para la participación en ella, es la barrera del idioma, pues el lenguaje universal de este mundo sigue siendo el inglés, y aunque en algunas ocasiones hay interpretación, no hay una garantía de justicia lingüística.
Así lo comenta Deniza, de la comunidad de Chequia Alta en Bolivia y becaria del programa de becas a jóvenes de Cultural Survival:
“El desafío más grande es el idioma; por el tema de aquí, la mayoría de las negociaciones se llevan a cabo en inglés. Entonces, yo he visto que esa parte es un poquito más difícil o complicada para que uno pueda participar de manera activa, para que uno haga conocer su voz, sus problemáticas, pero también sus soluciones. Se podría decir entonces que hay que saber el idioma inglés, porque con nuestro propio idioma, ya sea el español o el de nuestras comunidades, no se puede”.
La manera en que me preparé antes del evento fue leyendo toda la información sobre la CMNUCC y la historia de las COP. Investigué de qué se trataba el evento, cuáles son los objetivos y los principales temas de discusión y negociación de los Estados Parte, y déjenme decirles que eso no es suficiente para llegar a un entendimiento completo. Afortunadamente, organizaciones como Nía Tero, junto con el International Indigenous Peoples Forum on Climate Change, mejor conocido como el caucus Indígena hicieron una serie de 6 entrenamientos virtuales sobre las principales temáticas de discusión para personas Indígenas: una introducción general, financiamiento, artículo 6, pérdidas y daños, transición justa, género, adaptación y mitigación. También leí algunos artículos de Ghazali Ohorella que me ayudaron a actuar estratégicamente durante la conferencia. Estos materiales fueron mi hoja de ruta para ahora sí echarme un clavado al inmenso océano que es la COP.
Este año, la COP fue denominada como “la COP de la verdad”, e incluso la COP “Indígena” pues se pretendió abordar las verdades incómodas que muchos Estados y otros actores se han negado a abordar: la necesidad de una transición a una economía libre de combustibles fósiles, y que sea inclusiva con todxs, especialmente a los Pueblos Indígenas, guardianes del medio ambiente y cuya participación en la toma de decisiones es clave para asegurar un futuro sostenible y sustentable para hacerle frente a la crisis por el cambio climático. A decir verdad, el eslogan parecía prometedor, aunque difícil de creer, debido a las incontables veces que las COP han dejado fuera a los Pueblos Indígenas.
Belém se tomó muy en serio la tarea de ser la ciudad anfitriona. Desde que pisé el aeropuerto, quedé maravillada con los espectaculares y luces verdes que anunciaban el evento del año y nos daban la bienvenida a los foráneos. El calor intenso también fue parte de la intensa bienvenida a quienes no estamos acostumbrados al clima tropical. Tristemente, detrás de estas fachadas construidas, edificios modernizados y carreteras construidas, se encuentra una de las mayores contradicciones, pues cientos de árboles fueron talados con el fin de tener una infraestructura lo suficientemente adecuada para recibir a miles de personas.
Durante el primer día de la conferencia se podía sentir una gran energía. Todo el mundo se mostraba emocionado por el inicio del evento tan prometedor que estuvimos esperando por un año. Lxs voluntarios nos recibieron en la entrada con un caluroso “Bom dia” y “Bem-vindos!”, lo que es el reflejo de lo calurosa y amable que es la gente en este territorio. Aunque desafortunadamente, esto no duró mucho, ya que debido a las manifestaciones que se dieron durante la primera semana, una de ellas en la que Indígenas de la región ingresaron a la zona azul por la fuerza, ocurrió una represión y militarización nunca antes vista en todas las entradas del recinto que dejó una sensación de hostilidad y amenaza hacia nuestra seguridad.

La primera parada, después de completar el proceso de acreditación, fue la reunión del caucus Indígena, oficialmente reconocido como el Foro Internacional de los Pueblos Indígenas sobre Cambio Climático (FIPICC). Este fue creado en 2008 como el grupo de trabajo de los Pueblos Indígenas que participan en los procesos de la CMNUCC para acordar lo que los PI negociarán en procesos concretos de la Convención. En este espacio, nos reunimos cada día con hermanxs Indígenas de todo el mundo para estrategizar juntxs y reflexionar sobre nuestra incidencia conjunta en las negociaciones sobre nuestros derechos en juego.


También me acerqué al, Foro Internacional de la Juventud Indígena sobre el Cambio Climático (FIIJICC), el cual forma parte del FIPICC y surgió ante la necesidad de un espacio específico para que la Juventud Indígena, como futura generación que posee los conocimientos para hacer frente a la crisis climática, se concentre para estrategizar e incidir colectivamente en este espacio.
María José Andrade Cerda, mujer Kichwa de Ecuador describe la importancia de participar en este espacio:
“Es importante saber que estos espacios van a ser abrumadores, pero debemos tener calma al saber que este es un mundo que está estructuralmente desafiándonos, pero que nosotros tenemos nuestros resguardos, nuestras comunidades, nuestros territorios. El acompañamiento va a estar acá, siempre que vean a un hermano Indígena, se les va a extender la mano, y creo que eso es lo bonito de los procesos colectivos, que las juventudes también no estamos solas, sino que también tenemos la oportunidad de estar acompañados por nuestros mayores y ellos muchas veces son los que también nos ayudan a calmarnos y saber navegar en este espacio”.
Afortunadamente, existen estos espacios seguros en medio del mar de gente que asiste a la conferencia, espacios en los que, como personas indígenas, podemos compartir una sonrisa, un canto, una oración o incluso nuestras penas sin sentirnos juzgadxs, y aprender de otras luchas y tejer redes. Sin embargo, a pesar de que el caucus pretende ser un espacio de articulación de todas las demandas de representantes indígenas de diferentes pueblos de todo el mundo, no es suficiente para que todxs se sientan bienvenidxs y segurxs, pues no podemos ignorar el hecho de que en este foro estamos luchando contra un sistema instaurado hace años en el que los actores más poderosos de la arena internacional toman decisiones sobre nuestras vidas que van en detrimento contra nuestra existencia y nuestro futuro.
Marielena Varillas, mujer Ngiwa de México, comentó que no se había sentido bienvenida durante su primera experiencia en la COP y que había tenido expectativas muy diferentes de la realidad:
“Mi experiencia ha sido totalmente diferente a la perspectiva que tenía antes de venir, la verdad. Al llegar aquí, pensé que era un espacio de convivencia, todo muy bonito. Pero pues la realidad es otra: simple y sencillamente me he dado cuenta de que aquí lo que negocian es la vida de todas las personas del mundo. Y pues eso es feo, ¿no? Que personas que no tienen ni la menor idea de lo que está pasando en un pueblo indígena, se la pasa negociando a maneras muy drásticas nuestra vida, y haciendo ver que todo es tan fácil, pero ellos no viven en un territorio, en un lugar de convivencia, con personas que están día a día trabajando para mantener una familia. Ellos no trabajan en el campo, ellos no hacen artesanías, ellos no hablan una lengua indígena, ellos simplemente estudiaron una carrera, estudiaron nuestros territorios, nos están estudiando a nosotros y ahora ¿qué están haciendo? Pues ahora nos están negociando como si fuéramos mercancía. Pero claramente eso no es lo que somos y, la verdad, pues sí, me voy a ir muy triste de este lugar”.
Tristemente, la COP sigue siendo un espacio de difícil acceso para personas Indígenas. Este año se rompió el récord de participación, que lamentablemente no se vio reflejado en la zona azul, la zona donde es posible incidir de manera más directa en nuestras demandas. Sin embargo, esta cifra sigue siendo insuficiente, y es que la COP fue creada para que los Estados parte lleguen a un consenso después de las negociaciones de más de dos semanas que incidirán en las vidas de toda la humanidad. Pero, ¿en dónde quedamos los Pueblos Indígenas que históricamente hemos llevado a cabo acciones con base en nuestros conocimientos tradicionales y culturales para el cuidado de la naturaleza? Si esta es una “Conferencia de las Partes”, ¿acaso no somos nosotrxs parte de este mundo en el que todxs deberíamos estar en la toma de decisiones, aportando soluciones por igual para hacerle frente a la crisis del cambio climático?
Para Daniela de León, mujer Maya q'anjob'al de Guatemala, y para muchos otros jóvenes que asistimos por primera vez a la COP, resultó difícil “tener claridad sobre los espacios en los que podemos participar las personas Indígenas”, pues dado que la mayoría recibimos un estatus de “observadores”, se nos negó la entrada a salas en las que ocurrieron diálogos, negociaciones y votaciones clave, o cuando se nos permitía hacer una intervención nos dejaban hasta el final, para darle prioridad a los representantes de los Estados, y “debería ser nuestro derecho como como pueblos indígenas poder participar en negociaciones y también poder votar, y no solamente los estados”.
A pesar de todas las contradicciones y limitantes de la COP, y del sistema de las Naciones Unidas en general, resultó ser para mí muy alentador e inspirador ver a tantas personas indígenas resistiendo y luchando desde diferentes espacios al igual que yo: en la zona azul en los diferentes pabellones participando en paneles, en las negociaciones en las que por primera vez se logró agregar un lenguaje sobre CLPI a favor de los derechos de los Pueblos Indígenas en el Programa de Trabajo sobre Transición Justa, y por otra parte en la zona verde, en las “COP paralelas” en otros espacios, en las calles al marchar juntxs durante la Marcha Global por el Clima, en las manifestaciones pacíficas de indígenas de la región afuera del recinto, en la rabia de quienes ingresaron por la fuerza a la zona azul, etc.

Llegué a la conclusión de que, aunque estoy en desacuerdo con muchas de las dinámicas de la COP que siguen siendo meramente colonialistas, debemos mantener nuestra presencia y luchar por nuestros derechos, reapropiarnos de los espacios que nos pertenecen por derecho de nacimiento, porque si no estamos, está claro que nadie más lo hará. También debemos denunciar abiertamente a las empresas extractivistas y a los estados cómplices que, con un falso discurso de “energías verdes”, nos están matando, así lo señala Xananine (Ngiwa):
“Es importante denunciar a las industrias, que son las únicas con recursos para estar aquí, y decir que lo que ellos proponen como soluciones, los mercados de carbono, los agrotóxicos, las granjas industriales, no son la solución, y que esas solamente siguen despojando, siguen replicando el mismo sistema que despoja, que asesina la vida y que es lo que creó la crisis climática”.
En suma, aunque al inicio pueden surgir inseguridades y temores al asistir a un evento de esta magnitud y alzar nuestras voces, no se me olvidará el consejo de Gandy Grefa (Kichwa, Ecuador): “No le tengamos miedo a un micrófono, no le tengamos miedo a alzar la voz, no le tengamos miedo a hablar a la cámara. Digamos lo que sentimos: que esa es la voz del pueblo y que todos vamos a apoyar esa voz”.
Finalmente, Alexis Grefa (Kichwa de Ecuador) nos alienta a sacarle provecho a la COP a nuestro propio modo:
“Es abrumante la cantidad de espacios que hay acá y encontrarse con un mundo totalmente diferente al nuestro en donde no se manejan nuestras lenguas, nuestra alimentación, puede ser desgastante y hacernos pensar que este espacio no soluciona nada, y realmente no soluciona nada, sin embargo verlo desde otra perspectiva y aprovechar este sistema como una herramienta que nos permite acceder a alianzas con otros pueblos, conocer nuevas experiencias y mecanismos que podemos de alguna forma adaptarlos a nuestras realidades. Si realmente queremos cambiar un sistema, nosotros debemos entrar primero allá para cambiarlo desde la raíz”.
Sé que aún me queda un largo camino por recorrer para lograr tener un entendimiento completo de cómo funciona la CMNUCC y la COP, y lograr una mayor incidencia por mi pueblo y mis pueblos hermanos. El poder dialogar con jóvenes indígenas de distintos territorios me hizo sentirme comprendida y sostenida. Saber que no era la única con más dudas que respuestas, con incertidumbre y escepticismo, me hizo darme cuenta de que estamos enfrentando un problema estructural en el que, en esta arena del juego geopolítico de los Estados, no podemos quedarnos de brazos cruzados y permitir que decidan por nosotrxs.
Necesitamos más juventudes e infancias conscientes e informadas de la realidad que estamos viviendo, que quieran aportar sus saberes para trabajar colectivamente en la resistencia frente a la crisis del cambio climático. Una crisis que no ha sido provocada por nosotrxs, pero que estamos dispuestxs a enfrentar, porque nuestra relación con el medio ambiente va más allá de las relaciones de poder, los egos y el deseo de acumular y tener cada vez más. Afortunadamente, todavía nos queda la esperanza y eso puede mover mares y montañas. Así que compartamos nuestras fuentes de información, tejamos redes y preparémonos juntxs, porque solo así podremos continuar trabajando por este compromiso colectivo por todos los pueblos Indígenas del mundo.

“La primera experiencia será más difícil, será más incómoda, es un lugar de conversaciones incómodas, pero es muy importante que nunca perdamos la esperanza. Nosotros, que estamos en primera línea de la lucha, nosotros, que estamos en primera línea de la defensa de la vida, nosotros, que estamos en primera línea de la defensa de los derechos indígenas y quilombolas, que son esencialmente derechos humanos, que defienden otros futuros para todos, tenemos que sembrar siempre la esperanza, por difícil que sea el camino. Así que mi consejo para todos es este: vengan con fuerza y con esperanza, porque hay un espacio ahí para que podamos ocuparlo y estar cada vez más cerca de nuestros objetivos colectivos”. Djalma Aranã Caboclo