Por Daniel Salvador Chindoy Muchavisoy (Pasante de CS)
En los corazones vivos de la Amazonía ecuatoriana, las montañas andinas de Jujuy y los paisajes áridos de la Alta Guajira colombiana, brotaron en 2024 tres semillas de esperanza y dignidad, cultivadas con valentía por jóvenes Indígenas que decidieron narrar desde su propia voz, cuidar su memoria ancestral y defender la vida que habita en sus territorios. Estos procesos fueron posibles gracias al acompañamiento y el respaldo del Programa de Becas para Jóvenes Indígenas otorgado por Cultural Survival, un impulso que fortaleció la acción autónoma de juventudes comprometidas con sus pueblos, sus lenguas, sus bosques, sus aguas y sus sueños colectivos.
Estos tres proyectos —distintos en geografía y cultura, pero unidos por el mismo pulso de resistencia— inmortalizan el hecho en que la defensa del territorio no es solo una acción política, sino también un gesto profundo de amor, memoria y espiritualidad, teniendo presente que florece la vida cuando se la defiende con identidad, se la documenta con respeto y se la honra con dignidad.

Retomando nuestras narrativas, reforestando nuestras mentes: Jóvenes Kichwas del Río Napo construyen futuro desde la memoria, el territorio y la esperanza
Amazonía ecuatoriana, comunidad de Venecia Derecha, río Napo
Por primera vez, jóvenes Kichwas de la comunidad amazónica de Venecia Derecha, a orillas del imponente río Napo, lideraron un proyecto que se convirtió en una ofrenda a su historia viva. Bajo el nombre “Retomando Nuestras Narrativas, Reforestando Nuestras Mentes”, tejieron un proceso colectivo que permitió documentar la historia de su pueblo desde adentro, desde sus cantos, sus heridas, sus árboles y sus esperanzas. Esta iniciativa germinó como respuesta a múltiples problemáticas que atraviesan al pueblo Napu Runa-Kichwa: pérdida del idioma, violencia doméstica, inseguridad alimentaria, contaminación minera y un tejido comunitario fragmentado por el extractivismo. Elizabeth Virkina Swanson Andi (Kichwa), educadora ambiental, cineasta y lideresa del proceso, sembró su voz en este camino de sanación y reafirmación, inspirada por el bosque que la vio crecer y por la necesidad urgente de contar su historia desde la raíz.
Durante todo el año, jóvenes y mayores caminaron juntos. Se realizaron entrevistas intergeneracionales, se recopilaron memorias orales, se produjeron cortometrajes y se redactó una declaración colectiva frente al extractivismo. A través de análisis geoespaciales y caminatas de sabiduría, identificaron zonas estratégicas del territorio para proyectar un plan de monitoreo biocultural. Los encuentros con la bebida tradicional de Wayusa, los cantos compartidos y los campamentos fluviales fortalecieron el espíritu y la cohesión política de la comunidad.
“Nuestra historia no empieza con la minería ni termina con la violencia. Empieza en el bosque, en nuestra lengua y en la fuerza con la que elegimos sanar y contarla.” —Elizabeth.

Acompañamiento comunitario en defensa de la tierra, el territorio y los bienes colectivos comunes
Provincia de Jujuy, Argentina. Territorio del Pueblo Nación Kolla
En la profundidad de las montañas andinas de Jujuy, en medio de un contexto hostil de criminalización, racismo estructural y extractivismo acelerado, emergió un espacio de cuidado, articulación y resistencia colectiva. Liderado por mujeres y personas no binarias este proyecto reunió a defensoras de derechos, sabedoras y campesinas Indígenas, consolidando una red de apoyo vital frente a la violencia estatal y el despojo territorial.
Frente a la reforma inconstitucional de la Constitución de Jujuy y la avanzada del litio en nombre de la “energía limpia”, integrantes de la red Chacha Warmi compuesto por indígenas profesionales, desplegaron estrategias de acompañamiento técnico-jurídico en derechos indígenas, ambientales y humanos. Conformaron espacios comunitarios de formación, conversatorios, asesorías territoriales y acciones para sostener la vida desde el cuidado mutuo.
Este proceso no solo brindó herramientas jurídicas, sino que fortaleció la memoria, el arte, la palabra, el tejido comunitario y el protagonismo de las familias acompañadas. La defensa del territorio fue también defensa de la dignidad, la espiritualidad y la sabiduría de los pueblos.
“Aunque intenten silenciarnos, seguimos caminando con la certeza de que la tierra no se vende, se cuida y se defiende.” —Red Chacha Warmi

Ishoshi (Territorio Rojo): Memoria y Defensa desde el Corazón del Territorio Wayuu
Alta Guajira, Colombia. Territorio ancestral de Apotnojushi
En medio del viento abrasador del desierto guajiro, el pueblo Wayuu alzó su voz para decir Ishoshi, que en su lengua significa territorio rojo. Este proyecto, liderado por Marbel Inavanegas Jusayu (Wayuu), fue el primer ejercicio audiovisual comunitario que documentó las implicaciones sociales, espirituales y territoriales de la instalación de un parque eólico en Apotnojushi, una comunidad históricamente excluida de los servicios básicos, pero rica en memoria y en resistencia.
Frente a la imposición de 14 aerogeneradores sin consulta previa, el proyecto se convirtió en un acto urgente de memoria, denuncia y dignificación. Con sabios como Jesús y Ana Rosa Jusayu, y con el corazón de las mujeres, jóvenes y mayores de la comunidad, se produjeron registros testimoniales, visitas a otros territorios impactados por megaproyectos y un cortometraje que afirma el derecho a decidir sobre su presente y futuro.
“Antes que lleguen las torres, queremos que llegue la memoria. Queremos dejar testimonio de lo que somos y de cómo elegimos cuidar nuestro territorio.” —Lideresas de Apotnojushi
Estos tres proyectos revelan el poder transformador de la juventud Indígena cuando tiene acceso a medios, apoyo y autonomía para liderar sus propias narrativas. Frente a contextos de violencia estructural, olvido estatal y crisis climática, sus voces brotan como semillas de futuro, de justicia y de memoria viva. Desde la selva al desierto, desde los Andes al Napo, desde el fuego ceremonial hasta la palabra grabada, las juventudes Indígenas están reescribiendo la historia desde el amor por sus pueblos y la defensa de la vida. Que estas experiencias sigan inspirando, creciendo y floreciendo, porque cuando las raíces son profundas, ni el viento más fuerte puede arrancarlas.